Como ya os habéis dado cuenta, observar al
ser humano me fascina, tal vez los años al frente de un sitio público o mis
intereses particulares, me hacen interesarme por el carácter de las personas,
como son, como actúan y sobre todo, intento entender porqué lo hacen. La
evolución social es evidente y el cambio de valores, hace que se puedan
observar una infinidad de caracteres y conductas que definen al ser humano. Hoy
me gustaría hablaros de las personas que yo defino “Alquimistas”.
El “Alquimista”, de alguna manera, colecciona
personas para su uso particular, ya se que esa descripción equivale a la
palabra coleccionista y no alquimista, pero el termino lo he elegido
conscientemente y en breve entenderéis el significado.
El coleccionista marca su interés en algo
concreto y lo hace el objeto de su atención. Poco a poco va reuniendo en sus
manos varios de estos ejemplares, con el único fin de poseerlos y admirarlos,
de crear su colección. El “Alquimista” acaba con una gran cantidad de
especimenes, pero su objetivo inicial no es este, es un proceso de años que se
produce a lo largo de toda una vida. El personaje no tiene en ningún momento el
anhelo de colección, esta es el resultado de su conducta, un resultado a veces
voluntario, otras inconsciente, que le lleva a este fin.
Al principio os he dicho que no hay un
carácter específico para esta conducta, los único factores que se pueden
destacar son el egoísmo, vivir una vida centrada en ellos mismos y la falta de
empatía.
Su faceta Egoísta les hace pensar solo en sus propias necesidades y el resto de la humanidad existe, pero en un segundo plano. Igual que en un supermercado, el sujeto vaga por la vida escogiendo lo que necesita en cada momento, la gente es utilizable, si necesitas algo lo coges y ya está. Esta actitud es casi una regla de vida, en la sociedad que vivimos. Hace no mucho, alguien me dijo “ Los colegas y los amigos son para un interés” ese es el concepto, la gente está para usarla y ya está.
La persona de carácter “Alquimista” es
sociable y “buen amigo”, agradable en el trato y aparentemente abierto. Permite
que le gente se acerque y que comparta una pequeña parte de su vida, en ese
momento, esa persona es el centro de su atención, la victima debe cubrir sus
necesidades, puede ser un amigo, un familiar, una pareja o alguien del trabajo,
lo importante es que, en ese instante, esa persona cubra las carencias del
momento.
Todo el mundo busca apoyos, si necesitas algo
en alguno de los ámbitos de tu vida, buscas quien te puede ayudar, eso es sano,
pedir ayuda es una de las cosas menos valoradas por esta sociedad, pero no me
quiero desviar del tema, las carencias a las que me refiero, no son de una
circunstancia concreta, son carencias personales que el sujeto cubre
adueñándose de algunos aspectos de quien le rodea. En ese momento es como un
“Vampiro Emocional”, absorbe la energía de quien está a su lado, demanda mas y
mas atención, mas y mas tiempo, nada es suficiente, porque realmente lo que
hace es volcar sobre su victima sus propias insatisfacciones.
La persona escogida por el “Alquimista” pasa
a formar parte de su vida, pero será participe de una forma intermitente y
según las necesidades del “Alquimista”, habrá temporadas de gran interés y
participación, pero cuando él o ella quieran, esa persona, pasará a formar
parte de un inmenso expositor lleno de tarritos, en los que permanecen
almacenadas las personas que, en algún momento, han pasado por el mismo
proceso.
Igual que un alquimista se rodea de sus
productos químicos, tarros y envases, los coleccione y cataloga, mezclándolos
una y otra vez para buscar esa formula perfecta. Nuestro sujeto, al que yo
llamo el “Alquimista”, colecciona personas con las que interactúa, buscando su
equilibrio perfecto.
Nadie es desechable, consciente o
inconscientemente, esas personas solo se almacenen a la espera de volverlas a
necesitar.
El “Alquimista” les va dando pequeñas dosis
de atención, como el que riega una planta o cultiva un experimento, no dejará
que se mueran, poco a poco y a turno, las reavivará y utilizará. Ni siquiera
las relaciones fallidas o las que no le han aportado nada bueno, son
desechadas, no puede. Es una necesidad compulsiva de mantener viva la llama.
El “Alquimista”, en ningún momento se plantea
como se sienten esas personas que utiliza habitualmente, ¿Que derecho tienen a
quejarse, con lo que él o ella, se ha volcado por esa persona?.
Cuando ya no las considera útiles, las
relaciones pasan a un estadio de congelación emocional, como unas muestras
sumergidas en Formol. Antes de archivarlas, las relaciones toman su nombre “Amigo,
Amiga”, “Ex Novio, Ex Novia” cada uno asume un rol en esa vida, pero nadie de
verdad forma parte de ese entorno, si el sujeto no lo quiere. Son como un
montón de marionetas a las que se les deja su propia autonomía hasta que el
“Alquimista” decide recuperar el control. En ese momento hace un verdadero
alarde de sus mejores armas de seducción. Un autentico escaparate para engañar
a la victima, que generalmente cede ante el despliegue.
El “Alquimista” es listo y capta para sus
experimentos a personas que están de verdad dispuestas a abrirse a esa
relación, que durante un breve periodo, parece autentica. En el proceso de
captación todo vale, pero una vez terminado ese breve momento, tras haber
satisfecho la necesidad del momento, se quedan solo las que le han entregado su
confianza. Esa confianza es la que les atrapa y las convierten en victimas del
“Alquimista”.
Cuando confías en alguien no te planteas que
te pueda hacer daño, ni que te pueda estar utilizando, disculpas los malos
momentos y estas dispuesto a perdonar. Ese estado de ánimo, es el que nuestro
sujeto en estudio utiliza. Cuando lo considera oportuno, se aparta, sabiendo
que dejar a su paso, una estela de dolor que sabe, le será perdonada cuando él
quiera, en aras de esa supuesta relación. Ese control y la falta de empatía
hacia el sufrimiento que deja atrás, es lo que caracteriza al “Alquimista”, es
un gran manipulador que piensa que la humanidad entera esta allí para sus
propios fines y no hay barreras morales o éticas que le detengan.
El “Alquimista” tiene una personalidad
escurridiza, fácil de camuflar en una sociedad como la que vivimos, donde todos
somos prescindibles y nada importa.
En la sociedad actual, las personas que se
las dan de “Buena gente” usan un concepto, para mi, de dudosa moral, si no te
digo algo, eso me da licencia para todo. Si no te digo a la cara y de una forma
explicita “Me importas”, “Te quiero”, “Ayúdame”, “No quiero” o “Adiós” no estoy
haciendo nada malo.
El solo hecho de omitir esas palabras, es
igual a una licencia para el “Todo Vale”. Como no lo he dicho, no estoy
comprometido y puedo hacer lo que quiera. Donde quedó el día a día, donde la
sinceridad o el lenguaje no verbal. Con decir, “Eso o aquello, son cosas tuyas
yo nunca te lo dije”, todo está resuelto. Yo creo en un código moral diferente,
tal vez en desuso, creo en la sinceridad y en decir lo que piensas o sientes,
aunque eso te perjudique. Creo que usar a la gente, mas cuando hay unos
sentimientos en juego, es de NO ser buena persona, está mal.
El “Alquimista”, juega con esos sentimientos
en su propio beneficio, a su manera, necesita esa gente en su vida y si le
faltan lo pasa mal. A su manera esa gente le importa, pero solo porque si no
les tiene, va a sentir una vez mas, ese vacío interior que le lleva a buscar
una nueva victima que lo llene. Cada persona debe estar en su lugar, esperando
su turno, son piezas necesarias para su propio equilibrio, por eso nadie es
desechable en su vida, solo prescinde de quien no se deje manipular. Esa
persona es apartada rápidamente y sustituida por un nuevo sujeto.
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