La palabra Beca se asocia generalmente con dinero. Cuando alguien recibe una Beca piensa en recibir una cantidad económica, generalmente para invertirlo en algo, formación, producción, investigación y demás conceptos. Eso es así y es inevitable esa asociación mental, pero últimamente la palabra Beca, se ha asociado a una forma de promoción empresarial.
Históricamente el concepto de Beca era
interpretado como una ayuda pera la formación, poco a poco se fue ampliando el
concepto, se incluyeron proyectos que lo merecieran, lo que antes se llamaban
Subvenciones. Hoy en día esos dos términos se confunden bastante, la diferencia
entre Beca y Subvención es bastante ambigua, pero sigue teniendo una fuerte
base económica.
En la Danza, durante generaciones, las becas
permitían a los estudiantes desplazarse a los lugares donde estaban los mejores
maestros para su formación. Era una oportunidad deseada, por la que el
aspirante luchaba y se esforzaba. Solo los mejores, las personas mas abnegadas
y que demostraban su interés, recibían ese tipo de Becas. Grandes figuras de la
Danza han podido estudiar gracias a recibir ese tipo de ayudas, a las que no se
les daba una gran publicidad. A diferencia de otras becas, universitarias o estatales,
los becados debían dirigirse a los centros para los cuales optaban, para ser
evaluados y aceptados. Era un proceso, muchas veces desconocido, al que optaban
unos pocos.
En Gambini empezamos a dar becas de
Danza en el año 1990, en aquel momento estaban orientadas a fomentar la danza
entre los bailarines masculinos. Era una generación en la que casi todas las
chicas practicaban algún tipo de actividad de danza, pero bailar estaba mal
visto para los hombres. A veces era la oposición familiar, otras el entorno de
los amigos, la verdad era que los chicos que acudían a las escuelas eran una
minoría y que casi lo hacían a escondidas, muchas veces con serias dificultades
para poderse pagar las clases.
Los alumnos Becados tomaban clases en el
centro y optaban a poderse incorporar al Ballet Español Gambini, la compañía
que gestionábamos en aquel momento.
Varias figuras y profesionales que
actualmente ejercen como bailarines o corógrafos, salieron de nuestras aulas.
Con el paso de los años y la evolución de estilos
y gustos, las becas también cambiaron, en Gambini, se incorporaron a las becas
también las chicas y se trabajó para que nuestros alumnos se pudieran
introducir en un mercado laboral, que todavía era emergente.
Otro de los sectores, en los cuales Gambini
ha trabajado desde su apertura en 1987, es en la formación de Maestros de
Baile. Ha sido una labor mas privada, que generalmente no se hacía pública, a
lo largo de estos casi treinta años, yo personalmente, he formado a muchos de
los maestros que hoy en día imparten sus clases, enseñándoles mis técnicas
docentes, algunas veces innovadoras, con las que actualmente se, que se ganan
la vida muy honrosamente. Es una generación de Bailarines que confiaron en mi
criterio y mi experiencia y se dejaron guiar, alcanzando cualidades docentes de
las que me siento muy orgullosa.
Algunas veces he estado fuera de las aulas
observando y oyendo a mis discípulos dar clase, de repente oía algo que captaba
mi atención, era una frase, o una forma de explicar que me hacía prestar mas
atención, con otra voz, era “yo” dando esas explicaciones. Me daba cuenta que
mis enseñanzas habían llegado y que esa persona, estaba transmitiendo esos
conocimientos de la misma manera en la que yo se los había enseñado. Ese era un
momento de muchísimo orgullo. Todos mis esfuerzos habían servido para algo.
Tengo en el recuerdo momentos entrañables y
personas, que a pesar de la distancia, recuerdo con cariño y también de
personas que, a pesar de haber aprendido a mi lado, me han borrado de sus vidas,
todo lo que les he enseñado llegó a ellos quien sabe de donde, son mis
movimientos, mis métodos y mis conceptos, pero niegan haber aprendido nada de
mi.
Para no desviarnos del tema principal, las
becas, debo decir que es un concepto que en nuestros días, considero muy
ambiguo. Esa idea inicial de fomentar el aprendizaje, se ha convertido en una
campaña publicitaria. Reconozco que es información pública y que en la sociedad
que vivimos, Internet, redes sociales y demás, la repercusión mediática no solo
es inevitable, si no, es buscada, pero no puede ni debe ser el único motivo por
el que se creen unas becas.
Hace cuatro o cinco años éramos muy pocas las
escuelas que dábamos Becas de Danza, recuerdo en el 2011 cuando en Gambini
creamos el curso de formación, dándole formato de beca, fui criticada, porque
se decía que echábamos a perder el mercado dando clases gratuitas, el concepto
no era ese, pero en fin, muy poco después, la mitad de las escuelas sacaron su
publicidad, con becas de danza.
Hoy es casi obligado tener alumnos becados en
las escuelas, como si eso fuese una necesidad, enseñar es una vocación, no
una campaña publicitaria.
Las escuelas con aulas grandes lo tienen
fácil, les da igual diez que doce alumnos en sus clases y la repercusión
mediática, es siempre mas barata que cualquier otro tipo de campaña.
Yo creo que dar una beca es una
responsabilidad, tanto para la escuela que se compromete a enseñar y a labrar
un futuro para el becado, como para el alumno, que asume compromisos hacia el
centro y hacia él mismo.
En una sociedad donde “Todo vale”, donde un
niño de cuatro años tiene poder de decisión, donde los padres no enseñan el
concepto de compromiso, si no el de conveniencia, ¿Cómo se puede esperar de los
alumnos ese grado de compromiso? pues yo en Gambini lo espero.
Para mi conceder una Beca, es algo mas que
dar unas clases gratis, es mi compromiso personal de darle algo mío a esa
persona. Tengo una escuela que en su momento estuvo bien, pero para las nuevas
generaciones, se ha quedado pequeña. Limito mucho el numero de alumnos por aula
y para los becados, debo tener horarios especiales. Horas de mi centro que no
puedo vender ni ganar dinero con ellas, necesito comer como cualquiera, pero
siempre he reservado un espacio en mi escuela, para luchar a mi manera, por la
gente que se quiere labrar un futuro en la danza.
Esas clases tienen un valor especial para mi,
es mi oportunidad de transmitir esos conocimientos que he ido adquiriendo a lo
largo de mi carrera y de dar continuidad a mi estilo de trabajo, en personas
que deben querer aprender y hacer suyos mis conocimientos. La confianza es la
clave de ese trabajo, a veces rompo los esquemas de quien estudia con migo,
tengo una visión muy mía del baile, pero está mas que demostrado que las
personas que me han escuchado, han aprendido.
Ese compromiso debe ser reciproco, para mi un
becado no debe ser un oportunista que vea la posibilidad de esas clases gratis,
si no alguien que me de ese voto de confianza, alguien que ame el baile tanto
como yo, que esté dispuesto a esforzarse por ese proyecto común. Alguien que se
comprometa a usar esos conocimientos en su vida. Sin esos compromisos, las
clases serán una perdida de tiempo.
Me he llevado muchas decepciones en mi vida,
gente en la que he confiado y me han fallado por uno u otro motivo, pero eso no
me ha hecho cambiar mi visión de la vida, sigo creyendo que esas personas en
las que he confiado, han recibido un poquito de mi corazón y que algún día, a
solas, cuando nadie les oiga, dirán esa fue Rosemary, yo aprendí esto o lo otro
de ella, y de alguna manera, yo seguiré viva en sus mentes. Los que en ningún
momento tienen esos pensamientos, son mis verdaderos fracasos, para los demás
dejo un lugar en mi corazón.
Para mi, las becas de Danza, no deben ser
Marketing ni un negocio, son una forma de vida, de intercambio de experiencias
enriquecedor. Un esfuerzo inmenso que merece la pena, cuando ves los resultados
en tus alumnos.
Como decía antes, en una sociedad donde la
palabra “Compromiso” está en desuso, es difícil encontrar alumnos con ganas de
aprender. Todo el mundo quiere aprender rápido y ganar dinero lo antes posible.
Un buen bailarín no se hace de la noche a la mañana, bailar lo puede hacer
cualquiera, ser un buen profesional de la danza, es una larga y difícil tarea
que no se logra de hoy para mañana.
Casi todo el que baila, en algún momento,
acaricia la idea de dedicarse a este oficio, pero no está al alcance de todos.
Se debe luchar mucho con el entorno social, tus propias limitaciones, las
dificultades laborales, todo para alcanzar algo que en mi opinión no es una
elección, es una vocación. Si te puedes preguntar ¿Elijo la danza o hago otra
cosa?, es que no has sentido el baile en tus venas. Si de verdad el Baile es tu
vida, nunca serás feliz haciendo otra cosa, podrás cambiar de oficio por
necesidad, pero sabrás que no estás haciendo lo que tu corazón te pide.
Cuando estamos fomentando entre los jóvenes,
que con un par de cursos intensivos, son ya bailarines o maestros, estamos
haciendo un flaco favor a la profesión. Estamos creando una generación efímera,
que solo ve la ganancia económica detrás de los pasos de baile. Es “Pan para
hoy y hambre para mañana” esa gente vende una imagen, eres joven y guapo,
estás a la moda y con buen rollito, eres un profesional.
Para mi eso no es ser un profesional, es ser
producto del marketing, es explotar la imagen juvenil igual que un modelo o ese
actor del que nunca mas se supo. Es una forma fácil de ganar dinero, tanto para
las escuelas, como para esas victimas de la sociedad de consumo.
Los profesores y las escuelas que ofrecemos
becas o que incentivamos a nuestros alumnos a ser profesionales de la danza,
asumimos una gran responsabilidad, en nuestras manos está el futuro de esas
personas, debemos ser honestos por encima de intereses económicos, y animar
solo a aquellos que, de verdad, valen para este difícil mundillo.
Hace poco yo he perdido a alguien importante
en mi vida precisamente por intentar enseñar esta lección. Yo me expreso mucho
con imágenes y después de haberle intentado transmitir durante meses, que debía
aprender más, recurrí a uno de esos montajes, unos billetes transparentes que
simbolizaban su afán de dinero, le separaban de mi. Ese fue el final. El
bombardeo de propuestas efímeras, era demasiado fuerte y yo simbolizaba una
vida de esfuerzo, lucha y responsabilidad. Se que algún día se arrepentirá de
no haberme escuchado, pero de momento su orgullo le ha hecho tomar decisiones.
Siento muchísima pena, pero no me arrepiento, un bailarín debe estar bien formado,
para que cuando sea mayor, se pueda ganar la vida. Es lo que siempre he dicho y
lo mantengo.
SEÑORES DE LAS ACADEMIAS DE BAILE,
PROFESORES EN GENERAL, NO JUGUEMOS CON EL FUTURO DE NUESTROS ALUMNOS.