Este blog refleja mis vivencias como maestra de baile desde hace mas de treinta años y algunas reflexiones a las que me ha llevado mi edad y mis experiencias personales.
Espero que estos textos os hagan pensar y que algunas personas los encuentren enriquecedores para su vida y su profesión.



domingo, 20 de marzo de 2016

¿SABES TRABAJAR EN EQUIPO?


 
Si hiciésemos esa pregunta en una encuesta, estoy segura que un 95% de las personas dirían que SI.

¿Como no voy a saber trabajar en equipo? en el cole aprendes a hacer trabajos en equipo, en el bachillerato y en la universidad se hacen trabajos en equipo y en la vida laboral, se supone que es normal, trabajar en equipo.
 
 
Pero ¿Que se entiende por Trabajo en equipo?
Para la mayor parte de la gente este concepto es un reparto de tareas, tu haces esto, yo lo otro y lo juntamos. Las nuevas tecnologías, favorecen esta forma de trabajo, en el que no hay casi contacto entre los miembros del grupo. Si todos cumplen, el engranaje funciona y el trabajo se entrega en fecha. Es un puzle con responsabilidad compartida, es respetable, pero para mi eso no es trabajar en equipo.

Soy una persona muy independiente, desde hace treinta años llevo mi negocio en solitario, mi frase siempre ha sido “Acierte o me equivoque, será mi responsabilidad”, pero con los años y sobre todo con el baile, he aprendido lo que yo entiendo como, trabajo en equipo.

El mundo del baile te ayuda a entender ese concepto. Si trabajas con un grupo de bailarines, debes compartir tiempo con ellos, por mucho que las nuevas tecnologías te permiten grabar una corografía y enviarla por Internet, no hay un buen trabajo si los miembros de un grupo no trabajan juntos, si no sacan tiempo en sus vidas, para compartir unas horas, con esas personas con las que van a bailar. Hay que igualar movimientos, sensaciones, no digamos si la coreografía tiene cogidas, no salen si no practicas con la gente con la que vas a bailar.

El proyecto puede ser en común o dirigido por una persona, peor lo que no es negociable, es que hace falta un tiempo de trabajo en común, para que las cosas salgan bien.

Ese concepto que, en baile es tan evidente, en la sociedad no se ve igual. Cuando propones un proyecto a alguien, esa persona tiene varias opciones, puede decir que no, que no tiene tiempo, puede poner sus condiciones, o puede aceptar y participar en la propuesta. Yo he aprendido que no debo comprometerme a nada que no esté dispuesta a hacer. Con mas o menos esfuerzo, pero mi implicación debe ser real. ¿Porque ese concepto es tan raro en esta sociedad?
 

Lo habitual es que la gente diga a todo que si, tejiendo un entramado de ideas, proyectos y planes con implicaciones múltiples, una verdadera tela de araña que une a esta sociedad, en unos falsos objetivos que, en el fondo, todo el mundo sabe que son puras quimeras.

Yo creo que la gente acepta con tanta facilidad porque ya nadie cree en nadie. La idea colectiva es: “Tu tira para adelante que si sale algo, ya veré si me apunto”
Creo que esa es una postura muy egoísta, yo no me comprometo a aportar nada, y si tu solo, eres capaz de sacar adelante tu proyecto, me apunto como si me hubiese esforzado desde el principio.
 

Hace unos cuantos años, cuando empezaba como empresaria teatral, tuve que trabajar con uno de los peces gordos del mundo de la escena. Fue una persona que me dio la oportunidad de arrancar, y eso siempre se lo agradeceré, pero el precio que tuve que pagar en aquel momento, no se si hoy, sería capaz de aguantar.

Recuerdo estar horas en el pasillo de su oficina, esperando a que apareciera, estaba citada a las diez y se podía presentar fácilmente a la una. Éramos unas cuantas personas entre artistas y empleados de su empresa, que formábamos cola en ese pasillo, cuando se dignaba a aparecer, pasaba con aspecto altivo entre nosotros, en esos escasos segundos que se detenía delante de ti, daba el visto bueno a tu trabajo o tiraba por los suelos semanas de trabajo. No había replicas, ni segundas oportunidades. Si le querías explicar algo, le tenías que acompañar por la calle, donde él fuera o esperar a que hubiera atendido a todos, para que al final te dijera que no tenía tiempo.

Lo recuerdo como algo humillante, nos trataba como cosas a su servicio, no como personas. Hace años que dejé de trabajar con esa persona, precisamente fue ese trato vejatorio, lo que me disuadió a seguir en su empresa.

Mi sorpresa es que unos años después, me encuentro corriendo detrás de los supuestos colaboradores. Personas que se supone que trabajan conmigo, pero que nunca tiene tiempo, para ese trabajo que debíamos hacer juntos.

NO LO ENTIENDO.... yo se que mi sentido de la responsabilidad me hace tirar para adelante, si me he comprometido a hacer algo, con ayuda o sin ella, yo llevo el trabajo a su final. Eso me hace tragar por situaciones absurdas, pero la verdad, no creo que nadie deba mendigar atención, y menos cuando eres tu quien das trabajo.

Yo creo en ese debate constructivo, creo en el intercambio de opiniones donde unas veces debes ceder y otras convencer. Creo en implicarme en lo que estoy haciendo y creo que una buena colaboración, requiere tiempo.

Cuando empiezo a trabajar con alguien suelo ser muy realista, me gusta sopesar pros y contras, capacidades de mi colaborador y desde luego, mi grado de implicación en el proyecto. Una de las primeras cosas que planteo, en esa colaboración, es lo que espero de la persona con la que voy a trabajar, y desde luego, dejo muy claro que hace falta dedicarle tiempo a ese nuevo proyecto.

 
En ese momento, esa persona está en todo su derecho de decidir no participar, de limitar la colaboración o de poner sus condiciones, pero lo que no se puede hacer es prometer sacar ese tiempo, aceptar las condiciones con frases “puedes contar con migo” o peor aún “Si tengo que dejar esto o lo otro, no hay problema”. Esas frases salen por la boca y en ese mismo momento se vuelven humo, esa persona no está realmente dispuesta a nada y con el paso del tiempo compruebas que cualquier otro plan, proyecto o invitación está por encima de esa supuesta colaboración.

Todo el mundo tiene una vida al margen del trabajo, eso es un derecho del ser humano, pero esa vida, no puede estar siempre por delante de las obligaciones. Cada día es mas frecuente que esos momentos de ocio se antepongan a las obligaciones de los nuevos proyectos.

Cuando alguien habla de un proyecto, lo normal, es que aún no se ha cuantificado la ganancia económica que va a suponer. Como no es una nómina, no me siento comprometido.

Por desgracia en esta sociedad de locos, ese es el concepto de colaboración que tiene la gente. Si no se cuanto voy a ganar, no me interesa, pero si sigo en tu equipo y hay algún beneficio, yo me lo apunto.

Yo me pregunto ¿El trabajo en equipo ya no existe? ¿La ilusión por hacer algo, por crear algo, ya no existe? Si es así, entiendo que el arte haya caído en la deriva en la que está.

Durante un tiempo, pensé que era solo yo que ponía mis esperanzas en las personas equivocadas, pero estos años, lo veo continuamente en otra gente con la que no tengo nada que ver. Gente formal y trabajadora, que lucha, con mucho esfuerzo, por sacar adelante sus sueños. Personas que se ven impotentes, cuando les falla la gente con la que colaboran. ¿Que le pasa a esta sociedad, es que dar tu palabra ya no vale nada?


 
Yo siempre he pensado que los bailarines éramos seres privilegiados, que ese aprendizaje tan estricto, al que nos sometían desde pequeñitos, nos daba una capacidad de trabajo y de compromiso superior al de otra gente.

La sociedad ha cambiado, pero en ese cambio se están perdiendo valores, que yo considero básicos.

Si la palabra de las personas no vale nada, tampoco valdrá en las relaciones o en los compromisos. Antes podías hablar con la gente joven y despertar sus conciencias, hacerles entender que algunas cosas son importantes, y que, cumplir sus compromisos, es una de ellas. Hoy en día, en este mundo de hipócritas, tienes una sonrisa, te asienten a todo lo que les dices, y el resultado final es ..... NADA.

Vivimos un mundo de autistas, que se comunican a través de la tecnología y que son incapaces de expresar sentimientos, afectos o compromiso.

 
Yo me pregunto, ¿Que estamos haciendo?, el contacto con otro ser humano es enriquecedor, es necesario para crecer y para aprender a ser mejor persona.

Vivimos en una sociedad donde cada persona se encierra en su propia burbuja, si eres de ese reducido circulo, tienes una oportunidad, si no estás fuera. En los roles sociales, el circulo es lo primero, cualquier cosa que no implique ese circulo está de mas.

Yo creo firmemente, que abrirse a conocer gente nueva es importante, es enriquecedor y es altamente recomendable.

Mucha gente piensa que viajar es conocer gente nueva. No dudo que viajar te hace aprender y ver que, mas allá de tu mundo, hay mucho mas, pero para mi, es una forma de no arriesgarse a nada.

Esa gente se quedará en su país y tu vuelves a tu entorno, no has tenido que arriesgar nada tuyo, en cambio, abrirte a un nuevo equipo, es permitir que gente nueva y cercana, se acerque a ti. Es dejar que alguien entre en tu vida, aunque sea por unas horas. Cada nuevo proyecto te hace vulnerable y a la vez fuerte. Cada vez que trabajas “de verdad” en grupo, aprendes a encontrar ese equilibrio tan difícil, entre lo que tu quieres, y lo que quieren los demás. Aprendes a conocerte un poco mas a ti mismo y aprendes de cuantos te rodean.

Trabajar en equipo es un reto, pero es aleccionador y conseguir que ese proyecto salga adelante, te llena de satisfacción. Entonces.... ¿Es que la sociedad se ha vuelto tan cobarde, que no es capaz de luchar por algo?

 

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